domingo, 17 de abril de 2011

Historias del pasado

Y mientras escribo esto no puedo quitarme de la cabeza el rostro de mis abuelos al contarme lo sucedido durante aquel conflicto que asoló España en los años 30. Me sorprende el hecho de que recuerdan todo con bastante nitidez y eso que solo tenían 7 años cada uno. Recuerdan los nombres completos de toda la gente de la época, las fechas exactas y los lugares concretos. La historia que ambos me cuentan sucede en Otura, su pueblo natal y donde según relatan no hubo bombardeos ni grandes disputas.  
Mi abuelo me cuenta que el único problema destacable que sucedió allí fue cuando un grupo de militares republicanos quisieron invadir las 2 mejores casas del pueblo. Dichas casas pertenecían una a Rafael Ros Muller y otra a Alfonso Porras González de Canales. Ante la inminente entrada de los militares en las casas, tuvieron que intervenir los guardias civiles del cuartel de las Palmas y de los pueblos de alrededor para evitarlo. Finalmente se evitó y la disputa no pasó a mayores.
Mi abuela por su parte, recuerda aquella época con cierta nostalgia y mucha tristeza debido a la pérdida de su hermano. La historia comienza en el 1935, cuando Francisco (que así se llamaba él)  se fue a hacer la mili al cuartel de “Capitanía General de la Recría y Doma” en Écija. Tras un año allí, el destino, el azar o la vida quisieron que  a pocos días de licenciarse en el año 1936 empezara la guerra. Por este motivo, tuvo que seguir allí durante 4 años más. Un día, cuando salía del cuartel puesto que era su día libre, pasó por delante de una cuadra en la que 2 soldados estaban herrando a un caballo. El animal estaba fuera de sí y dio una fuerte coz a uno de los soldados. Entonces Francisco fue a socorrerlo con tan mala suerte que recibió otra en el pecho, lo que provocó su muerte en el acto. Y así,  con solo 25 años, el 13 de junio del 1939, a un mes escaso de finalizar la guerra acabó sus días. Su cuerpo fue trasladado hasta  Otura, su pueblo natal, por un grupo de soldados de su regimiento, recibiendo sepultura con honores militares en el cementerio municipal.
Después de esto, mi abuela hace una larga pausa, no puede evitar derramar algunas lágrimas y me dice: “Hija, no sabes lo que es ver a toda tu familia destrozada y que con solo 11 años te vistan de luto durante 4 años más. Mis padres se tuvieron que hacer cargo de todos nosotros que éramos 8 y afrontar la pérdida de su hijo mayor en unos años muy difíciles. Además, mi padre tras la muerte de mi hermano, cayó enfermo y en poco tiempo falleció”. Así poco a poco me va relatando como mi bisabuela tuvo que cuidar de todos sus hijos durante la dura época de la posguerra.
Tras acabar de narrar su historia, mi abuela se va al dormitorio y aparece de nuevo por la puerta del salón con una vieja caja llena de recuerdos. Yo con gran expectación, observo cómo poco a poco me va sacando un montón de papeles y cuál es mi sorpresa que me enseña el documento oficial de certificado de defunción de su hermano, donde explica el fallecimiento tal y como ella me lo había contado.  Está bastante desgastado ya que tiene 72 años, pero al leerlo me produce cierta melancolía y no puedo evitar que se me escape alguna que otra lágrima.
Y así acabó la tarde, al despedirme de ellos, mi abuela me abraza y me dice que  me regala el certificado de defunción de su hermano ya que sabe que lo guardaré con el mismo cariño que ella lo ha hecho durante tantos años.
Adjunto, además una canción de la época que mi abuela recuerda a la perfección debido a su gran memoria.  He de decir que a lo largo de la tarde que pasé con ellos, me cantó muchas pero la que más me gusto fue esta:

Canción

En el mundo no se ha visto
Una guerra tan cruel
Peleando 2 hermanos con el ansia de vencer
En la trinchera cayo un herido
Su mismo hermano que lo hirió
En la trinchera se oyó un suspiro
Que hasta la tierra se estremeció
Y le dijo: “hermano mío acábame de matar
Le pones un parte a madre y le dices que he muerto ya”
Al momento puse el parte y en el cual le puse así:
“He matado a mi hermanito no se que será de mi
Sin saber que era mi hermano yo mi fusil dispare
Caí al suelo desmayado sin poderme contener
Pero no te apures madre que yo te consolare
Peleando dos en contra uno tenía que vencer”


María Raya Muros

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