domingo, 17 de abril de 2011

"No eran tiempos fáciles"



Siempre me he preguntado como de mal lo habían pasado mis abuelos en la Guerra Civil, pero nunca había sido capaz de preguntarles, no quería que lo pasaran mal, no quería hacerles daño. Pero una tarde de abril como otra cualquiera me presento en su casa, una casa que me evoca una profunda nostalgia por todos los momentos que he vivido en ella, me siento en el sillón que antes ocupaba mi abuela y me acurruco en él, siento así que ella está más cerca mía, que es ella quien me abraza. Así me dispongo a escuchar una historia que es capaz de hacerme vibrar más que cualquier canción, capaz de enseñarme más que cualquier libro de Historia y capaz de hacer que me emocione más que cualquier película romántica. Le miro fijamente y me doy cuenta de todo lo que ha vivido, de todas las historias que puede contarme, de toda la sabiduría que transmiten sus consejos, consejos que siempre me hacen sonreír y que algún día contaré yo. 


Le pregunto. Y en ese mismo instante él levanta su mirada, una mirada que esconde un pasado, y me sonríe. Una sonrisa que yo sé que esconde mucho más, en ese instante apaga la televisión y comienza a narrarme su historia.

"Cuando comenzó la guerra yo tenía tan solo 13 años, y toda mi vida se vino abajo, todo lo que conocía desapareció. Era como una pesadilla, recuerdo los bombardeos y como teníamos que huir a un barranco con el único cobijo que el de un colchón. Mi abuela nunca quiso abandonar la casa y mucho menos huir, era una mujer valiente y aunque la recuerdo muy poco, recuerdo sus ojos, unos ojos grandes e intensos, eran iguales que los tuyos. Los bombardeos no eran lo peor, lo peor era cuando los rojos venían a casa y te quitaban todo lo que tenías. Una vez los rojos vinieron cuando nosotros no estábamos y estaba sola mi abuela, le preguntaron donde estaba su familia, y ella les respondió mintiendo que no lo sabía, pero que no los esperaran porque no los iban a encontrar. Fue entonces cuando entraron en la casa y revolviéndola toda a su paso, se llevaron todo aquello de valor que encontraron, todo menos los ahorros que mi abuela escondía debajo del colchón, no porque no los hubieran visto, sino porque quizá aún quedaba un poco de bondad en las personas. Una bondad que no abundaba por aquellos tiempos. En mi pueblo, en Turón, se cometieron muchas barbaridades, por aquel entonces, se estaba construyendo una carretera con los hombres apresados del pueblo. Era tal la violencia que cuando cuando las mujeres de esos hombres intentaban hablar con ellos inmediatamente los fusilaban, aunque sus esposas estuvieran delante. Para que no se llevaran a mi padre tuvimos que esconderlo en una trampilla debajo del suelo, para que no lo encontraran, porque sabíamos que si lo hacían no volveríamos a verlo. Y allí pasó casi quince días hasta que se olvidaron de él y pudo volver a salir, mientras fui yo quien tuvo que mantener a toda mi familia, no eran tiempos fáciles."

La historia que continúa narrando mi abuelo me deja totalmente absorta y fascinada, es un hombre valiente, que ha tenido que luchar por su familia, porque nunca nadie les ha regalado nada. Y aquí está, frente a mí, intentando que comprenda todo lo que ellos pasaron, para mí él es uno de los muchos héroes de la guerra, una persona hecha así misma y que ha tenido que enfrentarse a todo y a todos.

Me despido de él. Es muy mayor y tiene una salud delicada. Me da un beso en la frente y me doy cuenta de que tiene lágrimas en los ojos, sé que esos ojos ahora cansados esconden muchas historias que estoy segura me irá contando. Puede que muchas personas piensen que son meras absurdeces de un abuelo y su nieta, pero para mí es mucho más que eso, es saber que tras de mí existe una historia, la cual yo debo continuar con la misma valentía con la que lo hizo mi abuelo.

Selene Mª Pintor Rivas

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